
Archivos.
En el mundillo, donde la lealtad se hereda y los errores se pagan con sangre, mirar atrás no es nostalgia… es estrategia.
“Desde los Archivos” es la sección donde desempolvamos los hechos que marcaron al mundillo: guerras olvidadas, alianzas inesperadas, traiciones silenciosas, ascensos meteóricos y caídas legendarias. Aquí vive la memoria de quienes hicieron ruido… o supieron moverse sin ser vistos.
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26/04/2025
Traficando ego: Manual para sentirse importante en el mundillo.
Desde la altura, con firmeza, el que mayor ventaja tiene, es capaz de sostenerle la cabeza al endeble, mientras aquél que carece de la grandeza agita sus brazos con torpeza, a ver si acerta un golpe que lo haga sentir importante; Trafficante Blocc Criminals (TBC) el simbolismo pixelado de una organización criminal de Tampa, la Florida, a manos de ,Onda, que dicho sea de paso, haciendo alusión a su definición técnica o física, parece una onda, pero de baja amplitud, existe, sí, pero apenas logra perturbar el entorno, como una onda sin frecuencia definida: inestable, errático y carente de sentido físico y simbólico, fundada en el 2014, luego que Menta a través de Vitelli, petara su organización por el nombre parecido: Viterri.
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Desde luego, TBC ha desempeñado un papel relevante en el desarrollo del mundillo. Porque sí, incluso en este gremio pixelado existen espacios para todos. Con sus influencias —independientemente de su causa o intención— logran siempre dejar alguna impresión. El punto es que, llamar la atención, lo logran… aunque no precisamente por mérito.
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En la organización TBC —y en particular sus figuras más visibles— parecen nutrirse de una necesidad casi patológica de sentirse importantes, aunque esa importancia rara vez logre cruzar las fronteras de su propio ecosistema. Se trata de una jerarquía cimentada más en la autoafirmación que en el respeto, y mucho menos en la habilidad.
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Lo más curioso de esta organización no es su historia ni sus viejas glorias: es su estabilidad casi inerte. El círculo de poder permanece inmutable, como si el tiempo no pasara… o como si el mérito jamás hubiera sido un criterio real de acceso. Una aristocracia pixelada, sostenida más por recuerdos y fantasías de gloria interna que por hechos recientes.
A este escenario se suma una dinámica aún más peculiar: aunque el Don formal de la famiglia sea actualmente "Franse", muchos consideran que la verdadera influencia sigue en manos de Onda, quien podría figurar como el auténtico Don detrás de la organización. Los hilos de Franse, según algunos, son movidos como los de una marioneta por Philip Testa, el estratega silencioso que opera tras bambalinas.
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La paradoja es evidente. La organización, por su escala y ambición, quizá nunca debió aspirar a más que a la dimensión de las viejas pandillas de Habbo. El mundillo de las famiglias —con sus códigos, complejidades y verdaderos pesos históricos— les quedó claramente demasiado grande.
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Hay detalles que refuerzan esta percepción: hace más de una década que los powers en las salas de la organización no varían, como si el tiempo estuviera congelado. La lealtad, en teoría un valor central, se muestra quebradiza; varios miembros que dieron su tiempo y compromiso fueron luego desplazados sin mayor reparo, como sucedió con Defou, una figura que alguna vez fue clave y terminó siendo relegada al olvido.
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La gestión interna, además, revela patrones de favoritismo muy marcados. Onda, aunque suele endulzar el oído de aquellos a su servicio, realmente solo deposita su confianza plena en dos personas: Philip Testa y Rxn Jorge. Esto a pesar de que otros miembros lo respaldaron desde el principio, apostando por un proyecto que, con el tiempo, dejó en evidencia sus límites.
Por si fuera poco, hay una sombra que ningún discurso puede disimular: en la organización se han tolerado —y hasta repetido— discursos abiertamente xenófobos y racistas sin consecuencia alguna, como si fuesen parte del protocolo, o peor aún, parte de la estrategia. Uno no puede evitar preguntarse si esa permisividad no es un descuido, sino un método deliberado: una manera de seguir generando ruido en ausencia de un verdadero poder de convocatoria.
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Lo hacen con la intención clara de sentirse importantes, o al menos, de parecerlo. Y lo consiguen utilizando recursos que sólo impresionan dentro de sus propias filas. En el fondo, subyacen como figuras: son los asistentes que tienden y recogen la alfombra roja por la que ,Onda se pasea, pavoneándose de una grandeza que existe únicamente en su imaginación.
Uno de esos nombres que resalta en esta dinámica es esteban=psyko, un miembro que, aunque dentro lo celebran como figura clave, fuera apenas logra ser un susurro con pretensiones de grito, de hecho, el recurso más habitual de este individuo parece ser la provocación burda, sustentada en la xenofobia y el racismo, como si fueran herramientas legítimas de argumentación. Fascinado —aparentemente— por los ecos románticos de la época colonial, no duda en vincular la esclavitud exclusivamente con el hecho de ser de piel negra, cometiendo así una falacia tan antigua como fácilmente desmontable.

Ignora —con una conveniencia casi entrañable— que las grandes civilizaciones de la antigüedad, tan celebradas por quienes suelen hablar de “grandeza” con tono doctoral, practicaron la esclavitud sin distinción étnica alguna. Los griegos, por ejemplo, esclavizaron tracios, escitas, asiáticos e incluso a sus propios compatriotas de otras polis. Los romanos, aún más eficientes en su empresa imperial, incorporaron esclavos de todo el mundo conocido: galos, germanos, britanos, sirios, judíos, egipcios, griegos… la lista es tan extensa como incómoda para quienes gustan de simplificar la historia en tonos blanco y negro. Incluso los vikingos —célebres por su diplomacia refinada, por supuesto— capturaban esclavos sin discriminación geográfica o racial.
Este pequeño detalle histórico parecería desmontar su visión binaria del mundo, pero no deja de fascinar cómo logra mantenerse firme en su laberinto mental. Por un lado, arremete contra las personas negras con desparpajo, mientras por otro, olvida que él mismo podría ser parte de esos perfiles que tanto descalifica… particularmente cuando sus afectos parecen orientarse, en ciertos casos, hacia personas transgénero o transexuales, como ocurrió con el ya célebre episodio de Pantronsita, ampliamente comentado —y no sin deleite— en Twitter (ahora X).
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Porque, al final, la incoherencia, como el mal gusto, nunca pasa de moda.
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En fin, que cada imperio tiene su Coliseo, su circo y sus gladiadores de utilería. TBC no es la excepción: entre jerarquías inamovibles, discursos reciclados y una puesta en escena que ya ni siquiera entretiene, la organización sobrevive más por inercia que por relevancia. ¿Y qué sería del mundillo sin estos actores de cartón piedra que insisten en representar tragedias griegas sin haber leído nunca una línea de Sófocles?
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Quizá, después de todo, el verdadero aporte de TBC sea antropológico: un estudio de caso en tiempo real sobre cómo opera la ilusión del poder cuando el poder real brilla por su ausencia. Porque si algo nos enseñan estas figuras es que en el mundillo no hace falta ser relevante, basta con parecerlo... al menos ante los propios. Y si no hay mérito, no importa: siempre quedará la nostalgia, el ruido y la arrogancia sin sustancia.
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En cuanto a los personajes de segunda fila, esteban=psyko: el típico don nadie con ínfulas de relevancia, cuyo único talento parece ser su capacidad para decir barbaridades sin sonrojarse. Un provocador barato que confunde racismo con rebeldía y vulgaridad con impacto. Una figura tan esencial al funcionamiento de la organización como un cenicero en una moto: inútil, ruidosa y fuera de lugar. Si alguna vez soñó con ser temido o respetado, el resultado ha sido más bien lastimoso: es más mencionado por pena ajena que por autoridad.
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Pronto, Trafficante promete reabrir una olvidada "tradición empresarial": una sala donde el negocio no era precisamente la creatividad, sino la vieja fórmula de siempre —modelos en lencería, jefes mafiosos, y una dinámica que ya les había costado más de un destierro.
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Recordemos que fue precisamente esta metodología la que llevó a la caída de su antiguo imperio. De ser conocido como ",Onda," pasó a "Onda,", después de perder su keko dos veces 2016 y 2017. Porque sí, cuando uno mezcla reclutamiento de mujeres con roles de proxenetas en un simulador social como Habbo, los términos y condiciones tienden a golpear como un mazo

En el 2022, su sala insignia, el Malibu’s Club, fue un vivo retrato de esa época: hoy, rebautizada tristemente (y oficialmente) como “Nombre de sala inapropiado”, recordatorio eterno de que, en Habbo, las viejas mañas no mueren... pero sí son baneadas.
Al final, lo más revolucionario que podrían hacer no sería cambiar de líderes, sino descubrir que fuera de su burbuja, nadie —literalmente nadie— los está viendo. Pero eso sí: que no se enteren muy rápido. Porque ¿qué haríamos sin ellos y su inquebrantable compromiso con la autoimportancia?

Maurice Gambino | La Omertá News